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QUAOAR, ESKEAN KRISTO y BLASTER M en la sala Iparragirre

La maldita gripe me hizo perderme el primer concierto de presentación de disco que dio Quaoar en el Kafe Antzoki el pasado 30 de enero, por lo que no podía dejar pasar la oportunidad de ver qué tal suena su impresionante nuevo disco en directo y, ya de paso, ir por primera vez a la Sala Iparragirre de Gernika, que por cierto me gustó mucho.

Por un precio simbólico de 5 euros la gente pudo disfrutar de tres conciertos: Blaster M, Eskean Kristö y Quaoar, celebrando así la “Whisky Gaua” (Noche del Whisky).

De Blaster M poco se sabe. He investigado por Internet sobre la banda antes y después del concierto pero no hay información sobre ella. Por lo que vi, son un grupo de chicos jóvenes de la zona, ya que tenían unos cuantos colegas en el garito animándoles y cantando sus temas. Se les percibe como una banda de rock poco experimentada, más de local de ensayo que de actuaciones en directo (quizás me equivoque), pero que tuvieron una actuación muy correcta.
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Eskean Kirstö fue toda una sorpresa. Ofrecieron un espectáculo muy digno de bandas que llevan décadas tocando. Cabe mencionar que el bajista y el cantante aparentaban tener muchas tablas sobre el escenario, sin menospreciar al resto de componentes que, quizás de un modo más sobrio, lo dieron absolutamente todo.

Once enérgicos temas componían el setlist de la banda arratiarra con temas como “Kptain Putre” o “Parasitoak”, bajo un aspecto desenfadado y algunos miembros enfundados con disfraces de indios y vaqueros, hizo que el directo no dejara indiferente a personas que como yo nunca habían visto su arrollador directo. Una banda a tener en cuenta y que va a dar mucho de qué hablar.
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En el concierto hubo de todo: el bajista se marcaba las notas subido a los amplis, uno de los guitarristas bajó al público para regalarnos un solo de guitarra que hizo que los asistentes no dejaran de bailar, saltar, gritar y hacerle un corrillo para que, tras un resbalón, subiera de nuevo al escenario para dar paso al intrépido cantante que se arrojó como que no quiere la cosa sobre el público, eufórico, que le recogió al vuelo. Y, justo en el mismo momento en que un amigo me dijo “Se mueve como Jagger”, empezaron a mezclar el tema que estaba sonando con “Satisfaction” de los Rolling.

Nos ofrecieron un magnífico espectáculo y además, de regalo, nos aromatizaron la sala gracias a los pétalos de rosa (falsos, pero efectivos) que disiparon el olor a humo, e hizo que el frenético ritmo de la banda respondiera ante el apoyo de un público repleto de amigos suyos que cantaban cada palabra.

Recuerdo como si fuera ayer la primera vez que escuché Quaoar. Y recuerdo la sensación que tuve. Era como escuchar un extraordinario híbrido stoner-grunge-metalero entre Pearl Jam, Alice in Chains, Soundgarden y Faith No More, con un registro vocal similar al de Brandon Boyd (en “Childish True Love”, como en muchas otras, es imposible no apreciar el parecido) e incluso Serj Tankian. ¿De dónde sale semejante maravilla? ¿Cómo es posible que un grupo español suene tan jodidamente bien? Y, sobre todo, ¿cómo es posible que su último disco sea, si cabe, aún mejor que los anteriores? Boquiabierta me he quedado escuchándolo y preguntándome a mí misma qué pensaría Eddie Vedder si escuchara el tema “A Big Hole”, o los mismísimos Soundgarden con “Go to Momo”. Creo que tanto Vedder como Chris Cornell deberían escuchar sus discos y contratarles como teloneros. Quaoar es posiblemente la mejor banda de rock de este país, y no porque mamen de mis mismas influencias, sino porque pese a ellas tienen un estilo propio y definido, que progresa en cada nota que dan.

Tras los inconvenientes generados con la salida física del disco, por fin, ya puedo decir que está en mi poder. Para disfrutarlo en bucle. “Dreamers. Dreaming” es justo el sonido que quieres escuchar, es tu estado de ánimo, un cúmulo de todas las sensaciones que puedan sentirse, un homenaje a la música que ha marcado mi vida en los 90. Y sobre todo es un impecable tercer disco. Necesario e imprescindible.

Los bilbaínos presentaron de nuevo su último trabajo, esta vez ante un público que más bien venía a ver a la segunda banda, ya que tras el concierto de la misma huyeron en estampida y dejaron hueco para los más fieles seguidores de Quaoar. De hecho fue muy frustrante que parte de la gente que quedaba, salvo los que habíamos ido a Gernika expresamente por ellos, ya fuera por el alcohol o por la falta de respeto hacia los artistas, tuviera que ser reprendida continuamente por no dejar al resto que escucháramos el concierto. Muchos estaban más a contarse su vida y al “ligoteo” que a prestar atención a lo que debían. Malditos desconsiderados que robaron la energía de los momentos más mágicos, a hablar se va a un bar mientras se toma un café.
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Nueve canciones, intensas, profundas, oscuras. Salvo tres temas de su disco anterior (“The River and the Soul”, 2012) “Hicks are kings”, “The River and the Soul” y “Memento Mori”, la banda nos pegó un buen repaso de sus nuevos temas, por si había algún despistado en la sala que no había tenido la suerte de escucharlos. Abrieron como en su LP con “Tough Guy”, a la que le siguió “A big hole”, una de mis preferidas, así como “The man drained” que tocaron poco después.

Teniendo en cuenta la media de la duración de los temas de Quaoar, fue un setlist bastante acertado que recogía las canciones más importantes del grupo. Todos y cada uno de los miembros de la banda rozaron la perfección, solos de guitarra magistralmente ejecutados por Josu y Hugo, brillante la actuación de Aitor al bajo y reforzando la impecable voz de Iñigo (que siempre me recuerda a Chris Robinson con sus bailes, sintiendo su música). Bjorn, como siempre, inmejorable, marcando el ritmo a una banda de virtuosos, como diría mi amiga Tere. La actuación fue sobresaliente a pesar de que el sonido no fuera el óptimo y quizás se les notaba algo cansados, pero esto no influyó en la magnificencia de su interpretación. No lo fue tanto el ambiente en la sala, la predisposición y el respeto de gran parte del público residual que allí quedó. Por todo esto, no es el mejor concierto que he presenciado, pero no siempre todo funciona al 100% (en el Antzoki fue espectacular por lo que he oído).

Como BIS y para cerrar el concierto, un temazo: “Goodbye”, dedicado a un compañero y músico recientemente fallecido, Joseba de “Dabelyu”. RIP.

Estoy, como siempre, deseando volver a encontrarme con la banda, re-enamorarme de la música en sus directos, de ser consciente de todo lo que puede llegar a transmitir una nota. Así que espero que no pase tanto tiempo como la última vez que les vi en Bilborock en fiestas de Bilbao de 2013. Quiero más, y más a menudo. Y de corazón espero que peguen el pelotazo porque su música, su lealtad a su estilo y esfuerzo lo merecen y son muy dignos de un reconocimiento por ello.


Lugar: Sala Iparragirre (Guernika)
Fecha del evento: 21 de febrero de 2015
Texto: Zaioa
Fotografías: gaizka

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