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IRON MAIDEN y ANTHRAX en el BEC

Hace un año, la banda británica Iron Maiden emprendió una gira europea en el BEC. Se trataba de presentar el DVD “Maiden England” grabado durante su mítica gira de 1988. Aquel concierto fue reservado a unos 4.000 espectadores que si decidieron repetir experiencia el pasado jueves 29 de mayo de nuevo en el BEC (esta vez para más de 15.000 seguidores de la banda) se debieron encontrar con un espectáculo casi idéntico.

Resulta una ordinariez presentar a estas alturas a un grupo como Iron Maiden: casi 40 años de existencia, reyes del heavy metal de los años 80 y de aquella corriente conocida como “nueva ola del heavy metal británico” que se mantienen en sorprendente buena forma tanto física como en cuanto a la venta de sus discos. No digamos de su capacidad de convocatoria: el BEC presentaba un lleno prácticamente absoluto.

Pero vayamos por partes, porque antes había que ver a Anthrax, teloneros de lujo para los conciertos de Barcelona y Barakaldo con los que Iron Maiden ha iniciado la última pata de su gira mundial. Anthrax pasa por ser una de las cuatro bandas míticas que a comienzos de los ochenta establecieron lo que se vino en llamar “trash metal”, del que salieron también Metallica, Slayer y Megadeath.

Uno no termina de comprender la música de este cuarteto estadounidense pero no hay que negar que tiene sus fans y que incluso tuvieron su época de gloria. Durante aproximadamente  45 minutos Anthrax descargó su metal garrulo con un sonido no demasiado nítido y la energía que cabía esperar. El mejor momento de su actuación fue su clásica versión de “Antisocial”, coreada por todo el público y con la que cerraron su concierto.

A eso de las 20:35, apenas cinco minutos después de la hora prevista, el BEC quedó a oscuras, unas luces azules invadieron el escenario y se encendieron dos pantallas laterales dando comienzo al concierto. Tras unos primeros minutos de música grabada, el sexteto británico apareció sobre el escenario entre fogonazos de varios metros de altura y al ritmo frenético de “Moonchild”. El escenario, de dos alturas, permitió al vocalista Bruce Dickinson pasearse durante todo el concierto sobre la batería o correteando entre los tres guitarristas Dave Murray, Andrian Smith y Janick Gers y el bajista y principal compositor de la banda Steve Harris.

Con el público rugiendo desde el primer instante, Iron Maiden fue descargando su heavy metal con clásicos como “Can I Play with Madness?”, “The Prisoner” o “2 Minutes to Midnight” mientras el fondo del escenario cambiaba continuamente con un gigantesco  telón de fondo para cada canción en los que se iban viendo las diferentes encarnaciones de la mascota de la banda, el zombie Eddie, en las portadas de los álbumes y singles de la banda en los años 80. No hay que olvidar que de lo que se trataba era de repasar sus éxitos de los 80, algo que la banda cumplió a rajatabla con la excepción de “Fear of the Dark” de 1992.

Tras “Revelation” y “The Trooper”, en la que como es habitual Bruce Dickinson lució una casaca roja y una gran bandera británica, llegó uno de los puntos álgidos de la noche con el tema que dio título al álbum que encumbró a Iron Maiden en 1982, “The Number of the Beast” en la que apareció un enorme muñeco del mismísimo Belcebú que movía la cabeza y encendía sus ojos rojos entre llamaradas distribuidas por todo el escenario.

A continuación “Phantom of the Opera”, del primer álbum de la banda, allá por 1980, y “Run to the Hills” en la que hizo aparición la mascota Eddie con cerca de 4 metros de altura, sable en mano y paseándose entre los miembros de la banda que no pararon de pasear, correr y arengar a la masa.
Tras “Wasted Years”, sonó la épica y progresiva “Seventh Son of a Seventh Son”, casi diez minutos de cambios de ritmos y melodías en los que dio tiempo a ver un enorme muñeco de Eddie de luminosos ojos rosas sobre la batería de Nicko McBrain e incluso un órgano de iglesia tocado por un misterioso tipo enmascarado.

La recta final del concierto se inició con “Wrathchild” y continuó con la muy coreada “Fear of the Dark” para terminar con “Iron Maiden” en la que apareció de nuevo sobre la batería de Nicko McBrain la enorme encarnación de Eddie que aparecía en la portada del álbum “Seventh Son of a Seventh Son”, moviendo la cabeza y la boca mientras sostenía a su criatura (también en continuo movimiento) con la mano izquierda. Al final del tema, una gran llamarada salió de la cabeza de Eddie dando fin al concierto de Iron Maiden a falta de los esperados bises.

Tras hora y media de descarga sonora y espectáculo visual de primer orden, el público ya estaba engorilado y no tuvo esperar mucho para que comenzara, ahora sí, el tramo final del concierto con la muy coreada “Aces High”, en la que se hizo todo un derroche de pirotecnia y potentes llamaradas de fuego. Le siguió “The Evil that Men Do” y el concierto finalizó con “Sanctuary”, quizá no el tema más adecuado para finalizar con concierto de Iron Maiden ya que no se encuentra entre sus himnos más conocidos. Poco importó a un público que se mostró más que satisfecho con el concierto ofrecido por estos incombustibles metaleros que forman parte de la historia del rock por derecho propio.


Lugar: Bec (Barakaldo)
Fecha del evento: 29 de mayo de 2014
Texto: Andeka

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