Sarria presenta El mundo es cruel (pero creo en él), un segundo disco que expande su lenguaje musical y emocional con valentía y sin etiquetas. El artista malagueño, curtido en giras intensas y aprendizajes de carretera, encuentra ahora su espacio: una banda sólida, una dirección clara y una voz propia que equilibra la melancolía y la esperanza sin perder autenticidad.
Charlamos con él en la antesala de su concierto en Bilbao para repasar su recorrido, sus influencias y ese impulso tan humano de seguir creyendo, a pesar de todo.
1. Empezaste con la guitarra muy joven y tenías claro desde niño que querías ser músico. ¿Cómo fueron esos primeros pasos en la música y qué te atrapó desde el principio?
Empecé tocando la española y al tiempo un amigo de mi padre me regaló una Epiphone noventera que tenía abandonada en un desván. Ya con eléctrica, monté mi primera banda con mi primo mayor con unos trece años, pero empecé a portarme regular en el cole y mi madre me obligó a dejarlo, todo un drama. Más adelante toqué en otras bandas de Málaga y a los 15 años hice mi primera gira batallara por España. ¡Me lo pasé increíble!
2. Después de pasar por varios grupos, ¿cuál fue el punto de inflexión que te llevó a querer contar tus propias historias y cantar tus propias canciones?
Desde mi primera banda quise componer mis propias canciones, pero nunca me gustaba a mí mismo. Intenté hacer mis temas desde el principio, pero no empezó a cuajarme hasta los 18/19 años, cuando escribí El Camino, que acabó formando parte de mi primer álbum como Sarria. Siempre sentí el impulso, aunque me costó mucho encontrarme.
3. Viviste una etapa intensa con Los Labios, girando por varios países. ¿Qué aprendizajes te llevas de esa época que todavía te acompañan en tu proyecto actual?
Mi etapa con los Labios es la más importante de mi formación musical, sin duda. Aprendí a ser roadie, a conducir furgos grandes, a montar equipo, a manejar Pro Tools… Compartimos mucha música y varios de mis compañeros se preocuparon por mi aprendizaje y me mandaban discos sin parar. Sin esos años, no estaría aquí.
4. En tu primer disco sentiste que ponías los cimientos de algo. Con el segundo, ¿cuál dirías que es el gran paso que has dado a nivel artístico o personal?
Me he liberado mucho a nivel de estilo, me he demostrado que puedo hacer un bolero o un tema disco y seguir sonando a mí mismo. A nivel personal, he conseguido el ambiente y el equipo de trabajo que siempre he querido tener, y eso es muy complicado. Mis logros profesionales son personales también, no soy capaz de separarlo.
5. Has dicho que este disco refleja una etapa en la que aprendiste que la vida no siempre es como uno la imaginaba. ¿Cómo ha influido ese proceso vital en tu forma de componer?Mucho, pero no me he dado cuenta hasta que tuve el álbum terminado. Compongo porque me sale, nunca analizo lo que estoy haciendo hasta que lo tengo terminado y me doy cuenta de los patrones o los por qués que hay detrás de las canciones.
6. El título del disco, El mundo es cruel (pero creo en él), habla de una dualidad muy potente. ¿Por qué sentiste que esa frase resumía tan bien el disco?
Porque, si te fijas, casi todas las canciones parten de un problema que acaba resuelto o por resolver. Me di cuenta durante la mezcla del álbum, y me pareció un buen mantra para resumir el espíritu del disco.
7. Mañana actúas en el Cotton Club de Bilbao. ¿Qué puede esperar el público de este concierto y qué significa para ti presentar este disco en directo?
La gente puede esperar una banda engrasada, orgánica y que se quiere mucho. Cinco amigos defendiendo algo en lo que creen hasta la muerte. Para mí es importante porque es la primera vez que tocamos aquí, y es un lugar que me han pedido mucho desde que salió el proyecto. Las primeras veces siempre son especiales.
8. Musicalmente has ampliado mucho tu paleta sonora en este nuevo trabajo. ¿Qué estilos o artistas te han inspirado especialmente durante el proceso?
De todo, desde el bolero mexicano a la música disco de Chic o los Bee Gees, el funk de Donny Hathaway, Charly García en todas sus etapas, o Wilco y McCartney en solitario. Es un álbum que no ha hecho asco a ningún estilo, escuchado muchos tipos de música en estos años y me parecía divertido lanzarme a probar.
9. Hay un contraste muy interesante entre letras tristes y músicas luminosas, como en Mala racha o Flor. ¿De dónde nace esa forma de equilibrar lo emocional?
Sinceramente no lo sé, creo que soy muy parecido a como soy en las canciones, es mi forma de ser. No hay una intención consciente de hacerlo así, quizás el miedo a sonar triste me hace escribir letras felices, y al revés.
10. Ahora que te sientes más respaldado, con una banda estable y un sello detrás, ¿cómo visualizas el futuro de este proyecto? ¿Hacia dónde te gustaría que evolucionara?
Me gustaría darle una nueva dirección al proyecto en la que la música disco tenga mucho protagonismo, potenciar la química con la gente que nos sigue, hacerlos sudar y bailar. Los directos están siendo muy potentes y me apetece potenciar esa vertiente de mi música. Ahora mismo el futuro pinta muy bien, hay bolos de sobra y planes para grabar pronto. Me siento en el lugar que quiero estar.